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Sobre el Principio de Percepción Interna / Iluminación

El enunciado que damos aquí, sintetiza el concepto central de este “principio metamórfico” llamado de “Percepción Interna / Iluminación”, el concepto más gráfico y el que considero más importante de todos los que le conciernen. Se trata de la aseveración de que en el interior de cada ser hay una cualidad, una esencia o energía especial y extra mundana, una realidad ancestral y primigenia, constitutiva y común a todos los seres.

Para ilustrar el principio de Percepción Interna / Iluminación, Gastón Saint-Pierre menciona y utiliza diversos conceptos filosóficos, desgranando con ellos una serie de fenómenos y circunstancias en referencia al tema. En este conjunto, encontramos como especialmente importante y recurrente, la referencia a “la Luz”, que en este contexto se refiere a algo más allá de la luz como elemento o fenómeno físico del universo. Gastón Saint-Pierre lo deja claro refiriéndose a una luz que se encuentra “más allá de la luz solar”, una luz asociada estrechamente a lo divino, lo cual podemos interpretar como algún tipo de gracia, providencia o información ajena por completo a nuestro ámbito del universo físico, un universo contextualizado en el espacio, el tiempo y la materia.

Sin embargo, esta luz que concierne al principio de Percepción Interna / Iluminación “refracta” absolutamente en los parámetros físicos que conocemos y su presencia en el universo constituye lo esencial, lo más interno y vital de los seres; esta “luz cósmica” impregna toda la creación, la cual es fruto y expresión de esta luz, en relación a lo cual también encontramos expresiones como “mente-luz” e “impulso-luz” divinos.

Dentro de estas consideraciones filosófico-abstractas, cabe pensar en la posibilidad de traducción o consecuencia “tangible” de esto para nosotros, respecto a lo cual la inspiración condujo en su momento a Gastón Saint-Pierre a asociar el término “Revelación” con este principio, de manera que en ocasiones nos referimos al principio de Percepción Interna / Iluminación / Revelación. En efecto, revelación es un término muy acertado para acercarnos al mensaje de este principio, tan abstracto y difícil de captar según como nos lo expliquen; revelación señala directamente al conocimiento infuso, adquirido al margen del ejercicio del intelecto, la inferencia y la especulación racional, conocimiento situado “en” o “tras” las fronteras de todo cuerpo de doctrina, sirviendo en muchos casos de base para tales construcciones.

Las elaboraciones que en toda la historia se han hecho acerca de cualquier campo son, en nuestro contexto, simplemente “información almacenada”. Podemos hablar de sistemas filosóficos, sistemas de creencias, de ciencia, de leyes, de costumbres o de arte; en cualquier caso que tratemos siempre hay una base “teórica” de la que parten todas las consecuencias o conclusiones lógicas que dan contenido a cada campo, sistema o disciplina, trátese de una teoría científica, filosófica, de religión, etc. Esta base teórica puede ser axiomática, postular, observacional o combinaciones de éstas; y también tenemos, sobre todo en los sistemas religiosos, una base de partida conocida como revelación, a menudo materializada en forma de texto, aunque también puede ser oral o artístico-plástica.

Es en estas construcciones en las que se apoya la organización de la sociedad, y en las que también apoyamos nuestras vidas, en mayor o menor medida y en unos sentidos u otros. En nuestra particularidad, cada cual formamos “capas y capas” de conceptos, tareas, opiniones, obligaciones, formas sociales, etc, que “cubren” nuestra verdadera naturaleza, que es esa luz primigenia que procede de más allá de toda connotación física, una realidad anterior a cualquier realidad que podamos concebir, “precedente de” y “preexistente a” cualquier tipo de individualidad. Esta luz, si bien se expresa de innumerables (para nosotros) formas en la realidad que conocemos, en el ámbito del espacio, el tiempo y la materia, mantiene su brillo “detrás” y “en el fondo” de toda esta manifestación, la variedad y fenomenología de la cual formamos parte con todos los demás seres de la naturaleza y del universo, sean seres humanos, animales, vegetales, rocas, cristales, planetas, galaxias, etc; hablamos de todo ente posible.

El principio de Percepción Interna / Iluminación / Revelación viene, en este sentido, a mostrar en su lugar filosófico de honor, esta realidad o circunstancia, referente no solo a nuestra naturaleza esencial si no a la de toda la creación. Revelación es la noción más cercana de nuestro lenguaje para abordar tan sutiles y profundas apreciaciones. En ello, el mismo Gastón Saint-Pierre hace referencia, en sus preámbulos sobre el tema, al conocimiento infuso como uno de los medios que le ayudaron en su trabajo sobre los Principios Universales en relación a la Técnica Metamórfica.

Tenemos más particulares para aclarar y desarrollar sobre este principio y el enunciado que le atribuimos aquí. Uno de ellos ha sido mencionado ya; se trata de la “hermandad”, podríamos decir, con la que consideramos tan “iluminados” por la “luz cósmica” (esta luz de la existencia que no es la luz física del universo), tanto a nosotros como a cualquier otro ser vivo, así como también cualquier otro ser de los comúnmente considerados “inertes”, como una roca o una piedra por ejemplo. En este sentido podemos argumentar que no concebimos tal distinción entre lo vivo y lo inerte, pues sólo hay vida y conciencia, y el mismo universo es vida y conciencia. Particularmente me pareció de lo más acertado y verdadero (y también muy bello) considerar las cosas de esta manera y reflejarlas en el enunciado del principio de Percepción Interna / Iluminación, aludiendo con ello de manera implícita la antigua teoría del Hilozoísmo jonio, de la cual soy seguidor-defensor; sin embargo, podemos encontrar consideraciones explícitas e implícitas sobre esto atribuibles al mismo Gastón Saint-Pierre, en su estudio y reflexiones acerca de los Principios Universales, lo cual avala creo que importantemente esta línea de consideraciones.

Percepción de la Unidad

Otro de los aspectos importantes que debemos tratar es la relación entre todo lo expuesto, nuestra conciencia (o la conciencia en general) y el alcance de ésta con respecto a todo ello. En este sentido nos encontramos con dos aspectos que coexisten en cada ente, concretamente en cada uno de nosotros. El primero de ellos es nuestra verdadera esencia, esa naturaleza “luminosa” de la que todos provenimos y que es ajena al espacio, el tiempo y la materia, una “cara” de nuestra naturaleza que al parecer permanece velada, oculta e invisible a nuestros sentidos ordinarios; la otra es nuestra presencia en el ámbito del espacio, el tiempo y la materia, nuestra manifestación o naturaleza fenoménica y física en el universo. Esta última es la que podemos asociar a todo tipo de patrones, creencias, opiniones, registros, especulaciones y construcciones que prácticamente en su totalidad se deben al ejercicio de la mente y a la repetición de las pautas que ésta elabora. En base a estos conocimientos y “herramientas” aprendidas nos mostramos en el mundo, nos mostramos ante los demás y ejercemos como individuos, algo positivo en tanto que son los medios para desenvolvernos en la existencia material, aunque por otra parte nos alejan de la “esencia luminosa” que verdaderamente concierne a nuestro verdadero ser y nos habla de quién somos. La predominancia de este segundo aspecto de nuestra existencia en cuanto a percepción tangible de las cosas se refiere, confiere en la conciencia un peso adicional a los parámetros espacio-tiempo-materia, creando algo así como una “realidad ilusoria” constituida simplemente de forma. Cuanta más “información almacenada” utilizamos para “vestir” nuestro verdadero ser, más distancia se establece entre nuestros dos aspectos de la existencia mencionados, lo que nos lleva, según el mismo Gastón Saint-Pierre, al desarrollo de todo tipo de desarmonías.

En este sentido, el principio de Percepción Interna / Iluminación nos invita, por una parte a tomar conciencia de esta realidad, y por otra nos revela que cualquier respuesta es accesible a nuestra conciencia, que la conexión con esa naturaleza interior, pura, luminosa, divina, jamás ha sido interrumpida y que nos provee de toda la verdad acerca de quiénes somos. El acceso a esta verdad, así como todo aquello que podamos conocer a través de ella, llámese intuición, inspiración o revelación, es una conexión con el creador, con lo divino, de la que también hablan muchos sistemas filosóficos y religiosos; en nuestro contexto de Principios universales y de Técnica Metamórfica, es el principio de Percepción Interna / Iluminación quien cubre este anhelo. Además, esta conexión con la Unidad es interactiva, pues mediante la petición y la escucha interior o intuitiva, nos proporciona la guía, respuesta y acompañamiento adecuado a cada momento, contribuyendo a la armonía, el orden y la felicidad en nuestra existencia actual, existencia que si bien se circunscribe al tejido espacio-tiempo-materia, es permeable a la prístina “Luz” de la energía creadora. En ello damos también con un cierto sentimiento de “hermandad”, “integración” y encuentro no sólo con nuestro verdadero origen extra mundano, sino también con todos los seres y entes del Universo y de la Creación, lo que podemos vivir, dado el caso, como un estado de participación especialmente consciente en la “Unidad”.

El Vacio y el Silencio como vehículos de crecimiento

En otra línea, otros conceptos importantes a los que recurre Gastón Saint-Pierre para ilustrar sus enseñanzas sobre este interesante y bello principio, son el “Vacio” y el “Silencio”, refiriéndose con ellos a la búsqueda de aquella vacuidad y serenidad interior en la cual encontramos nuestra esencia, nuestra verdad y a la vez la esencia y la verdad de todo. En este sentido, el desarrollo de este principio especula con la posibilidad de que la vida pueda evolucionar funcionando al margen de la memoria, de los hábitos de todo tipo, de la repetición de patrones. Esto es lo que parece desprenderse de las enseñanzas de Gastón Saint-Pierre, aunque por mi parte no las tomaré para defender ni proponer ningún tipo de privación o ascetismo, tal cosa seria como sustituir unos patrones por otros, unas creencias por otras; cualquier ética o prescripción conductual que surja como consecuencia de un alejamiento u obsoletismo de hábitos, sea de los más personales o de los más imperantes, es consecución natural del brillo de aquella luz “primordial” que emana de nuestro interior, lejos de cualquier premisa o estereotipo social o religioso. En esta línea de cultivo y búsqueda personal tan mística (podemos considerar), es donde los patrones, las premisas filosóficas, dogmas, temores, desarmonías de todo tipo, etc, son disueltos por la “luz cósmica”, y así se abre el camino para que la vida tal como la conocemos y la existencia, desarrollen sus más elevados potenciales y finalidades, “floreciendo” y dando frutos según su finalidad natural en sus manifestaciones tangibles (espacio, tiempo y materia, forma, leyes físicas, leyes naturales, ...) e intangibles (energía, información, espiritualidad, ...).

Percepción y Conciencia

El mensaje, en la práctica yo creo que pasa por una inicial relativización de las conductas, creencias y costumbres aprendidas y/o aceptadas, incluso de aquello que podamos calificar como conocimiento; de esta relativización puede resultar un cierto alejamiento, con el cual es posible observar con otra perspectiva las cosas que conocemos en el ámbito del espacio-tiempo-materia, un alejamiento que en cierta manera nos hace “ajenos” a todo ello. Con esto obtenemos la libertad de examinar las cosas con la objetividad que nos otorga la distancia y por otra parte podemos ver, en cierta manera, un vacio en ese distanciamiento, algo así como un campo donde pueda apreciarse la verdad de la existencia cuando nos hemos desprendido de todo lo que la adorna, que al final es todo aquello que concierne a espacio, tiempo y materia.

De esta manera podremos empezar a captar la “luz cósmica” de la que nos habla Gastón Saint-Pierre. Por otra parte, bajo esta luz, la percepción y conciencia que adquirimos del objeto alejado nos permite comprenderla mejor y conocer mejor su funcionamiento, como observar las leyes de la naturaleza sin vernos afectados por ellas, algo así como “escapar” de la maya de los hindúes, del universo de la forma, aunque cabe pensar que para que tal experiencia se consumara realmente, la distancia con el espacio, el tiempo y la materia debería ser infinita, pues cualquier distancia supone contacto en cierta manera, lo que implicaría una relación, y tal relación siempre se circunscribe a la “maya” hindú. No hablamos de trascendencia entendida en el sentido teológico-cristiano, hablamos de comprender que la razón de todo cuanto conocemos y todo cuanto somos es absolutamente ajena al ámbito tangible y físico, del espacio, el tiempo y la materia; se trata de una realidad imposible de describir mediante el lenguaje, pero si posible de captar y aceptar en el ejercicio imaginativo de la intima “vacuidad silenciosa” de la que hemos hablado; este acceso es no solo posible si no constitutivo de todos los entes, y esto es una ley que conocemos, en nuestro contexto al menos, como principio de Percepción Interna / Iluminación.

Realidad Holográfica

Otra perspectiva que encontramos entre las palabras de Gaston Saint-Pierre, a estas alturas un gran teórico de la Metamorfosis además de nuestro guía en este desarrollo que debemos a él, es el concepto de Realidad Holográfica. En este particular encontramos que el universo despliega cierta estructura holográfica, en base a la cual nos atrevemos a inferir consecuencias y avales para nuestro principio de discusión. Al igual que en el núcleo de cualquier célula se encierra toda la información referente al organismo del que forma parte, equivalentemente, en un organismo complejo se aloja toda la información de su entorno, el cual podemos entender con todo derecho como todo el universo. En efecto, es posible ver en la holografía de la realidad una unidad tras toda la multiplicidad, una unidad oculta como otros tantos patrones naturales, más en su caso, este patrón se sugiere como algún tipo de “supra patrón” universal que apunta, en nuestro contexto interpretativo de todo lo que ya hemos expuesto, a esa esencia pura e inmanifiesta que tan sólo alcanzamos a intuir, a entrever en un sincero ejercicio que creo podemos denominar “Percepción Interna”, cuyo fundamento denomino “Principio de Sabiduría”.

La Metamorfosis y el principio de Percepción Interna / Iluminación

La relación entre nuestro principio de estudio y la Metamorfosis, a tenor de lo cual podemos hablar de “principio metamórfico”, también es objeto lógico de indagación. Bien, la conexión más objetiva que podemos establecer, en mi opinión, es el fenómeno de la atención tal como lo entiende Gastón Saint-Pierre, según el cual la “atención” es la “percepción” más la “conciencia”.

Al margen de definiciones y significados lingüísticos, entendemos el acto de “percepción” como el acto de “recepción” o “conocimiento” de una información sin más, sin que la individualidad del sujeto que percibe se involucre en el contenido y el significado de la información que percibe.

La conciencia es algo más complejo, algo que de alguna manera “se posa” sobre el objeto observado, el objeto de atención, y con ello el observador adquiere algún tipo de conocimiento. Sin embargo, cabe concebir la conciencia en ausencia del objeto observado, lo que nos lleva al cultivo de un tipo de conciencia que podemos considerar más “pura” que se da en ausencia de percepción *.

En mi opinión es “la observación” lo que viene a distinguir la conciencia de la percepción (al menos en este contexto particular). La percepción se da de manera “automática”, por así decirlo, en tanto que no precisa de ninguna voluntad para producirse, mientras que el hecho de “observar” parece “contener” o “ser dirigido” por alguna voluntad que trata de dar o reunirse con algo más o distinto a lo que puede proporcionar la simple “percepción”; así podemos pensar en la conciencia como cierto discernimiento sobre lo que muestre el acto de observar (mediante los medios de percepción disponibles), discernimiento que puede distinguir entre lo conocido, desconocido, esperado, etc.

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En esta “disposición” personal tan abstracta, en este “encuentro” con la nada y el silencio existencial, es cuando la Luz Cósmica se hace perceptible a nuestra conciencia. Este acceso a la Luz Cósmica se da porque la atención se convierte en acción, en tanto que activa un efecto sobre lo observado, un efecto intrínseco y natural, una transformación de naturaleza metamórfica. Vemos pues que el concepto de Metamorfosis, el concepto de cambio en Técnica Metamórfica y también en Principios Universales, “aparece” de manera razonada y natural en el contexto del principio de Percepción Interna / Iluminación, aunque en mi opinión no es ninguna consecuencia trivial del mismo si no más bien una propuesta de su padre teórico (G. Saint-Pierre). Este tipo de cambio puede verse “activado” por el acto de atención que hemos explicado, pero su razón de ser y su consecución surgen del interior del ente en transformación, de su información o luz interior y sin atender al pasado, sin tomar de lo aprendido (información almacenada), es una transformación que encuentra su momento una vez se ha liberado de todo el bagaje existencial, pues ya no lo necesita, transcurriendo en un continuo presente “ajeno” (en cierta manera y hasta cierto punto) al entramado espacio-tiempo-materia. Estas conclusiones nos proporcionan una conexión teórica entre ambos paradigmas (Técnica Metamórfica y Principios Universales), y también una imagen adicional, de naturaleza definitivamente intelectual, útil para profundizar y afianzar en los conceptos de neutralidad y catalización que se tratan en Técnica Metamórfica.

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Artículo de Dan Varllej
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"Sobre el Principio de Percepción Interna / Iluminación"
© 2014 Dan Varllej

* Gastón Saint-Pierre distingue entre dos tipos de conciencia, denominando “conciencia subjetiva” a la que se apoya en la percepción de algo, un objeto de observación, y denominando “conciencia objetiva” aquella que se da sin objeto de percepción, la que aquí hemos venido a considerar de alguna manera como “conciencia pura”

Bibliografía

Gastón Saint-Pierre, "Los Principios Universales y la técnica metamórfica", Gaia Ediciones 2006.

Tres iniciados, "El Kybalión", Luís Cárcamo Editor 2003.

Ken Carey, "Semilla de Estrellas, el tercer milenio", Sirio 1993.

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