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Radiestesia y Naturaleza Cuántica de la Realidad

Artículo de Dan Varllej / © 2012

Sin entrar en el asunto de definir exactamente que es la Radiestesia, podemos decir de entrada que en esta técnica nos encontramos con metodologías variadas, mediante las cuales se trata de obtener o acceder a cierta información o dato relacionado con una situación concreta. Por lo general, acorde con el uso ancestral del Péndulo o de las Varillas, las situaciones a resolver conciernen a la Naturaleza y a la Vida, (sin que ello impida a muchas personas utilizar la Radiestesia también como un instrumento predictivo). Así es como empleamos un péndulo, por ejemplo, para determinar el lugar más idóneo donde excavar un pozo de agua en una extensión de terreno, o para plantar ciertos cultivos; o sea la búsqueda de la información necesaria para abordar los asuntos de la vida en relación a la Naturaleza. Así comenzamos este escrito que quizás al finalizar si será capaz de proporcionarnos un acercamiento profundo e interesante a lo que es exactamente la Radiestesia.

Para dar una referencia sencilla y facilitar esta lectura, consideremos la clásica situación en la que utilizamos un péndulo (la radiestesia) para localizar un objeto que bien hemos extraviado en la extensión de un domicilio o bien jamás hemos visto; la situación es equivalente a la detección de un conjunto de objetos, de sustancias (pozo de agua, ciertos minerales), lugares (una calle o casa concreta), etc; y más allá de esto hay quien utiliza la radiestesia con intenciones predictivas y/o para preguntar sobre situaciones personales, un concepto del péndulo hasta cierto punto popular aunque no genuino. En todos los casos podemos resumir el fenómeno como la búsqueda de “cierta información”, cierto dato que desconocemos, y para ello nos servimos de un objeto concreto que es el péndulo.

Entrando en materia, tanto si nos guiamos por la “Física Clásica” como si lo hacemos con la “Física Cuántica”, todo objeto físico posee unas características medibles, o al menos atribuibles al objeto. Es así como cualquier objeto posee una masa, se localiza en un punto del espacio y se mueve con una velocidad, por ejemplo; pero en el paradigma cuántico no es posible determinar el lugar exacto donde se encuentra en un momento dado, de manera que lo que la Mecánica Cuántica proporciona sobre el objeto no es su posición en un lugar concreto y en un instante dado, si no la probabilidad de que se encuentre en ese lugar concreto en ese instante dado.

Si no estamos familiarizados con el concepto de probabilidad, no debemos preocuparnos más que de saber que la probabilidad de un evento, suceso, hecho, o como deseemos decirlo, no es más que un número, un número comprendido entre 0 y 1 que da cuenta de lo fácil o difícil que lo tiene ese suceso de darse en realidad (1). Por ejemplo: una probabilidad de 0,1 corresponde a un suceso más difícil de producirse (menos probable) que otro que tenga una probabilidad de 0,8 (más probable).

Así pues, a pesar de los éxitos de la Mecánica Cuántica, ésta “nos condena” a cierta ignorancia sobre las cosas, pues asigna probabilidades a todas o casi todas las situaciones, sin decirnos dónde están los objetos si no la probabilidad de que estén en un lugar o en otro, o en un tercero; igualmente se da con las características del movimiento que ejecutan, etc. Así es como “se pierde” el concepto de “trayectoria”, tan familiar para cualquiera desde el punto de vista gráfico-intuitivo, pues tod@s seguimos trayectorias todos los días, líneas de movimiento por las que vamos al trabajo, por las que volvemos a casa, también vemos como las cosas suben, bajan, se deslizan, etc.

Llegando a este punto, en que pueden tener relación la física cuántica y el péndulo?. En lugar de una respuesta tajante o tratar de demostrar nada, lo que se muestra en este artículo es una pequeña aventura conceptual y filosófica. El fundamento de este ejercicio se inspira e inicia en las ecuaciones de los fenómenos físicos, o mejor será decir en la “naturaleza matemática” de ciertas ecuaciones al uso en física. Y cuáles son estas ecuaciones?; pues se trata de las ecuaciones en las que aparecen las operaciones senoidales o cosenoidales (2), en concreto las que sirven para la descripción de los “fenómenos ondulatorios”. (3)

Las funciones senoidales se utilizan en innumerables situaciones físicas, pues dan cuenta de las cantidades que oscilan, que se repiten, o al menos de aquellas cuyos valores se encuentran acotados entre un máximo y un mínimo. Esto es lo que ocurre en las muy mencionadas pero poco comprendidas por el gran público, ondas; fenómenos cotidianos como la propagación del sonido al hablar o de la luz precisan (4), para su correcta descripción y comprensión, de las funciones senoidales.

Por otro lado, las características de un péndulo, en lo que a su naturaleza fenómeno-física se refiere, llevan a considerar magnitudes de las que todos hemos oído hablar, como son la frecuencia (o su pareja, el período), y la amplitud (o su pareja, la intensidad). El fenómeno oscilatorio que ejecuta un péndulo en movimiento guarda, al ser cuantificado, relaciones y equivalencias matemáticas exactas con los fenómenos ondulatorios, que también poseen frecuencia y amplitud además de tener velocidad, pues las ondas se propagan en el espacio, se desplazan generando en ello una magnitud muy popularmente mencionada, que es la longitud de onda.

Sin entrar en un tratado de mecánica, podemos decir que, en física clásica, un péndulo es un oscilador mecánico, como lo es un muelle por ejemplo, y matemáticamente la oscilación simultánea de distintos osciladores en ciertas condiciones, genera lo que es una onda mecánica, como la que se propaga por la superficie del agua de un estanque (5). Para describir estos fenómenos se utilizan funciones senoidales de distinta forma según la situación, todas representan cantidades que oscilan y repiten sus valores (sus posiciones) en el tiempo y/o en el espacio, y la manera o ritmo como lo hacen viene modulada por las famosas frecuencias y longitudes de onda.

Partiendo de estas situaciones o fenómenos y de las nociones (“clásicas”) que hemos esbozado, se empezó a formular la mecánica cuántica, que al principio se autodenominaba mecánica ondulatoria, aunque también se le daban otros nombres (6). La clave que desencadenó esta formulación de las cosas (que a día de hoy también inspira algo de exotismo) fue la atribución de cantidades genuinas de los fenómenos ondulatorios o los objetos materiales concretos; así es como si hasta entonces a los objetos materiales se les había atribuido propiedades como su masa o su tamaño, nunca se les atribuyó una longitud de onda o una frecuencia, o una amplitud, pues tales magnitudes eran para los sonidos o la luz, por ejemplo. Esta osadía tanto física como matemática como sobre todo conceptual-filosófica la presentó Louis de Broglie en 1924, una asociación de naturalezas que si bien sigue dando que hablar a día de hoy, está plenamente aceptada y se conoce como Dualidad Onda-Corpúsculo (7).

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Sea cual sea la naturaleza más manifiesta de cualquier objeto o situación, los conceptos están ahí, detectables y medibles o no, pero considerados como científicamente reales; es así como la mecánica cuántica desarrolla otros conceptos y nos trae más sorpresas. Y de entre lo más notorio hablemos de la naturaleza probabilística de los sistemas físicos vistos bajo el particular prisma de esta ciencia, que no sólo asocia ondas a los objetos si no que, como consecuencia, resulta incapaz de precisar posiciones, velocidades, energías y otras magnitudes (en general, no en concreto). Es así como la presencia de un objeto en un lugar, o el camino que sigue entendido como su presencia instantánea en distintos lugares sucesivos, resulta absolutamente “ajeno” a la realidad, substituyéndose este "concepto clásico" y macroscópico de las cosas (la posición precisa en un instante cualquiera), por las probabilidades de tal cosa o tal otra, donde "tales" cosas son todo aquello que se pueda medir o aportar en la descripción física de algo, lo que se llaman “observables”(8).

Si extrapolamos esto a nuestro péndulo y a nuestra búsqueda de información a través de él, que nos encontramos?, pues desde el punto de vista mecánico-cuántico simplemente estaremos ya filosofando, lo que para nada es problema en este escrito y en realidad ya pretendíamos hacer; el panorama es que los objetos no son tales que imaginamos como "corpúsculos" si no extensos "campos de probabilidad", donde cada lugar tiene asignada una probabilidad de presencia del objeto. O visto de otra forma: una "presencia" del objeto “extendida” en el espacio, más en unos lugares, menos en otros, pudiéndose decir que “se encuentra en todas partes !” (de donde le sea permitido claro). Esta última lectura del asunto, según la cual el objeto está en todas partes a la vez, es la que más sorprende a nuestra lógica e intuición, basada en la observación del “mundo macroscópico”, sin dejar de ser, sin embargo, científica y lógicamente aceptable en base a las observaciones y consistencia de la teoría cuántica en su conjunto (9).

La mecánica cuántica minimiza, por lo general, sus exóticos efectos en el ámbito de lo macroscópico (10); esto significa que si estamos buscando un objeto perdido mediante el péndulo, según la mecánica cuántica, el objeto no presenta una campo de probabilidades que nos lo presente por todo el domicilio (por eso lo estamos buscando no?), sino que se encuentra en un lugar concreto que desconocemos. Los “espectaculares” efectos cuánticos se desvanecen radicalmente en el ámbito macroscópico, pero ello no nos impide preguntarnos sobre su alcance e importancia, por mínimos que sean pese a su desvanecimiento, por el efecto de su “cantidad residual” (quizás en realidad no tenga nada de residual) sobre nosotros y sobre nuestro péndulo (11).

Recapitulando, hemos establecido una conexión entre lo ondulatorio y el péndulo por razones matemáticas, un comienzo (12); tomamos de las consecuencias de la mecánica cuántica (dualidad onda-corpúsculo) para afianzar esta conexión y tomar también de ella la naturaleza genuinamente probabilística de las cosas, lo que nos permite establecer una conexión del péndulo (oscilador-corpuscular) y cualquier otro objeto o ente físico. Esto puede sugerir que la detección de información que hace el péndulo no es más que la interacción con “aquella parte” del objeto que "está presente" donde se le pregunta (13); aventurado decirlo así, pero fundamentado hasta cierto punto, como vemos.

Esta conclusión, hay que tomarla con cuidado, pues es osada y también resulta lógicamente paradójica, pues si recordamos que partimos de una concepción según la cual el objeto "está en todas partes", entonces ya no es corpuscular sino un campo de probabilidades; como el mismo péndulo, un objeto que “cuánticamente” también está en todas partes, lo cual por un lado corrobora su interacción con aquello que se busca o sobre lo que se pregunta, pero a la vez se desvanece nuestra primera referencia, que es la situación del péndulo y de nosotros utilizándolo incluso (14). A qué atenerse pues? Recordemos que esto es un ejercicio comparativo y extrapolador, como hemos dicho, bastante interesante creo llegados a este punto: el objeto-información que buscamos “está” (dicho así para expresarlo) disperso en un campo de probabilidades, y el instrumento utilizado para ello (péndulo) también, lo que implica otra vez un “contacto” e interconexión entre ambos, aunque también puede decirse de cualquier otro ente e incluso de nosotros mismos. Si con nosotros mismos como entes físicos ocurre todo lo ya descrito, está claro pues, como se conoce cuando se profundiza en Radiestesia, que realmente somos nosotros el propio ente de medida, hasta el punto de poder llegar a prescindir del péndulo; intuición?, percepción extrasensorial?, fenómeno extraordinario?. Quizás todo ello es nuestra situación natural, poco conocida pero real; recordar que la misma Mecánica Cuántica precisa de un observador, así como el péndulo necesita de un portador, que resulta ser el observador.

Como en otros escritos, opino que la aplicación (o intento de aplicación) de ciertos preceptos y resultados cuánticos a la radiestesia, nos sugiere que estamos ante un “juego de información”, o “sistema de datos en actividad”; se me hace difícil encontrar una expresión que describa la sospecha o intuición que al menos a mí me informa; parece describirse en ello una realidad de datos con una dinámica global, donde todo (los datos, la información) está conectado con todo no como simple estructura o constitución, si no dinámicamente, existencialmente, de la que formamos parte también y por tanto no sólo accedemos si no que quizás hasta forjamos. Sin entrar en honduras podemos sugerir, también atrevidamente quizás, que en cierta manera la misma mecánica cuántica anda en este contexto al considerar que la información de un sistema está globalmente unificada en el ente matemático llamado “función de onda” (15), y también en el sentido de la necesidad “del observador” (16) para dar sentido a ciertos aspectos de lo que son resultados y características de lo que se estudia.

Si deseamos llevar el razonamiento hasta este punto no parece que hayan más opciones: un razonamiento arriesgado que trata de conectar la naturaleza cuántica de las cosas con la detección radiestésica; difícil llegar a algo más que a la exposición del problema y a la conjetura filosófica, aunque sin embargo estimulante y bella para el intelecto. De ser las cosas así, nuestro péndulo nos ha llevado de unas simples similitudes matemáticas a la posibilidad de interacción entre nosotros y el campo cuántico de cualquier cosa (acción de intuir?), un campo de probabilidades que se desvanece en el "traspaso" del mundo microscópico-cuántico al macroscópico-clásico; la existencia teórico-matemática de este campo, por infinitesimal que se considere, quizás podría dar cuenta del fenómeno?.

Finalizando, respecto a la realidad y/o fiabilidad de la radiestesia, es algo sobre lo que no posiciono este artículo, tan solo intento razonar y teorizar en lo posible en forma de sano y pertinente ejercicio lógico-filosófico; es posible que para much@s lo argumentado y esbozado aquí será una imagen más atractiva y convincente que la simple aceptación misterio-mágica o aceptación de “acción a distancia” vacía. Quizás el “campo cuántico” de las cosas sea aquello que llamamos "vibración propia", o "energía", palabras usadas muy a menudo sin rigor alguno. Si aceptamos que todo en el Universo está conectado por los fenómenos naturales, e incluso que las magnitudes que separan las cosas unas de otras en el espacio y el tiempo son “una forma de conexión”, también podemos considerar esta conexión particular que acabamos de describir.

Artículo de Dan Varllej
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"Radiestesia y Naturaleza Cuántica de la Realidad"
© 2012 Dan Varllej

Notas sobre el texto:

Nota (1): El concepto de probabilidad puede presentarse ambiguo y esquivo; visto como “el grado de facilidad” atribuible a un suceso que puede darse o no en la realidad, nos habla de cosas que ocurren (como que salga un número par al tirar un dado) mientras otras no (no sale un impar), de forma tajante. La inserción de la probabilidad en el contexto físico cuántico modifica esta imagen porque a ello se añade la trascendencia que en la naturaleza tiene lo que “dicen los números”; de forma que “en cuántica” se entiende que al lanzar un dado, mientras no se haga el acto de observar qué cara del dado ha salido, el dado se encuentra en los dos estados posibles: “ha salido un número par y otro impar”. Ejercicios mentales al respecto: los clásicos naipes y el gato de Schrödinger.

Nota (2): Operaciones matemáticas “Seno” y “Coseno” nacen de la trigonometría: el seno o el coseno de cualquier cantidad x (sen x, cos x, respectivamente) dan como resultado números comprendidos entre -1 y +1, dándose entre ambos una horquilla de valores dispuestos en un tipo de oscilación característica y bien conocida en matemáticas. Ambas operaciones son en muchos casos equivalentes con sencillos arreglos matemáticos.

Nota (3): fenómenos que pueden implicar movimientos de materia entorno a posiciones concretas, sin llegar a constituir lo que se entiende como desplazamientos manifiestos. No obstante, los fenómenos ondulatorios implican una disipación de energía, desplazamiento de ésta y efectos en los objetos alcanzados en ello.

Nota (4): Dos ejemplos clásicos, familiares y paradigmáticos del fenómeno ondulatorio. Entre ambos hay diferencias fundamentales que les dan su fuerza didáctica: el sonido es una “onda mecánica”, se propaga por medios materiales como el aire, el agua o el grosor de un muro; la luz es una onda electromagnética, una combinación natural de campos eléctricos y magnéticos oscilantes que puede propagarse por medios materiales y también por el vacío. Discusión clásica en la historia de la física: el inexistente “éter” como soporte de la propagación de la luz.

Nota (5): Para apreciar la notable similitud matemática en la descripción de ambos fenómenos:
y(t)=A·sen(ωt+φ)

Nota (6): “Mecánica de Matrices”; en sus momentos iniciales, la MC utilizaba los objetos matemáticos “matrices” como herramienta fundamental de trabajo. Actualmente las matrices forman parte de su aparato matemático pero la formulación fundamental se ha substituido por herramientas más inteligentes, principalmente la famosa “Notación de Dirac”.

Nota (7): A De Broglie se debe el postulado λ=h/p , donde λ es la longitud de onda de la onda asociada a un objeto de momento “p”, y “h” es la constante de Planck. Para el caso de un objeto con una masa “m” puede escribirse en la forma λ=h/mv , donde “v” es la velocidad del movimiento del objeto. Para las partículas sin masa, como los fotones se asocia directamente un momento “p” a su movimiento.

Nota (8): Observable es toda aquella magnitud de la que se puede hacer una observación o una cuantificación. La MC asigna valores concretos y determinables con precisión a un observable, asignando una probabilidad a cada uno de ellos, pero el resultado de una observación no es conocido en el sentido de cuál de los valores permitidos y determinables será el resultado de la observación. El postulado tres de la MC (Postulado de la Medida) dice que sólo cuando se efectúe el acto de observar (necesidad de un observador) se conocerá este resultado (numéricamente conocido de antemano y no necesariamente el más probable), y entonces se concretará la situación (estado cuántico) de lo observado (sistema cuántico). Una observación exactamente igual, con el mismo sistema cuántico, puede arrojar cualquiera de los mismos resultados posibles, pero no hay razón para que deban coincidir en los dos casos, pues esta contingencia es intrínseca de la naturaleza de estos sistemas.

Nota (9): En la nota 1 hablábamos de las diferencias entre la probabilidad debida a aquella falta de información que tenemos sobre algo, con la probabilidad intrínseca de ciertos fenómenos naturales, por exótico que se presente a la intuición, experiencia e intelecto humano.

Nota (10): En este esquema se representa la “probabilidad de presencia” (la posición es “un observable”) de un objeto cuántico en una extensión de espacio (unidimensional para simplificar la comprensión y la representación gráfica).

derecha: f1 / izquierda: f2

A este conjunto de probabilidades (f1) le hemos llamado “Campo Cuántico” de este objeto (en esta situación). Compárese con el mismo campo cuántico en el caso de que el objeto devenga mucho mayor en tamaño físico, tanto que ya podemos considerarlo un objeto familiar que “se ve y se toca” (no cuántico): la probabilidad de presencia en un lugar es máxima o casi máxima, mientras que en los otros lugares (valores de la x) se ha desvanecido hasta valores tan mínimos que resultan ignorables a efectos prácticos, lo que estamos acostumbrados a ver y tocar (f2).

Nota (11): El esquema (f3) es heredado de la anterior situación, donde se señalan las probabilidades menores de “presencia” del objeto cuántico: posibles resultados de la medida de su posición, no los más probables como tampoco irreales en absoluto, situación que sugiere interpretarse como una “omnipresencia” del objeto.

f3

Como dato “sorprendente” al respecto, estas probabilidades menores pueden corresponder “clásicamente hablando”, a zonas donde se encuentran obstáculos como paredes, bordes o contornos del espacio físico que en una descripción clásica supondrían un total impedimento a la presencia de la partícula (objeto) en tales lugares. Cuánticamente hablando, no sólo se sugiere una “omnipresencia” del objeto en todos los lugares posibles, más en unos que en otros (según modula este esquema de probabilidades), si no que esta presencia se extiende con toda naturalidad, a lugares donde la física clásica jamás concebiría tal presencia.

Nota (12): Ecuaciones del tipo de la nota (5), debidamente combinadas e interpretados los resultados, forman parte de los “argumentos de plausibilidad” que conducen-inspiran hasta famosa Ecuación de Schrödinger, que toma forma genérica como postulado cinco de la MC (Postulado de la Evolución Temporal).

Nota (13): Esquema heredado de la nota (11), con el que ilustramos nuestra conjetura: el péndulo interactúa o “recoge” esta mínima información que queda (presencia), que no puede concernir a nada más que a lo observado.

Nota (14): “Vista Holística” de la situación péndulo-objeto desde el punto de vista cuántico:

La situación conjunta forma un solo campo de probabilidad (nota 15) donde hipotéticamente se puede asociar (por ejemplo), el primer “pico” con la presencia del objeto buscado, y el siguiente con la presencia del péndulo. El esquema es una exageración de escala que refleja los efectos cuánticos que en la realidad clásica quedan muy minimizados (figura f2); el tercer y cuarto picos se pueden suponer asociados a la probabilidad de presencia de otros objetos relevantes (? y ??) en este “hipotético sistema” del que hemos supuesto y destacado su naturaleza cuántica.

Nota (15): Objeto matemático abstracto a partir del cual se calcula cualquier observable atribuible a un sistema cuántico. No importa si en una situación hay un solo objeto implicado o muchísimos (n), pues toda la información del sistema está, a su manera, contenida en este objeto que representa el estado en que se encuentra el sistema. En la práctica se emplean trucos y astucias matemáticas para intentar fragmentar (factorizar en productos, por ejemplo) este objeto intentando así facilitar la resolución de la ecuación de Schrödinger.

Nota (16): El postulado cuatro de la MC habla de la determinación completa (hasta cierto punto) del estado de un sistema cuántico después de efectuar cierto tipo de observación; a esto se le llama “colapso del sistema”, en referencia a lo descrito en la nota (8) sobre los observables. Este es un punto determinista de la MC que contrasta con su carácter eminentemente probabilístico; incluso el asunto va más allá quedando determinada la manera como a partir del colapso (colapso de la función de onda) variará este estado cuántico (postulado cinco –mencionado en la nota 12-).

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