Sobre el Número Once y su Simbolismo
Artículo de Dan Varllej / © 2011
Desde que me inicié en este campo de la Numerología, bastantes años atrás, me intriga que nunca o casi nunca se hable del número once, o bien casi nadie lo hace. Sin embargo, es ya sabido por tod@s el auge que ha tomado últimamente el número once, dado que este año pasamos por la fecha de hoy, 11-11-11.
Bueno, los que ya me conocen saben que no suelo pasar un tema sin poner mi acento crítico; por esto he decidido publicar estas impresiones y datos en un día numerológicamente especial.
Recuerdo las clases de mi profesora de Numerología Pitagórica; estava fascinada con el simbolismo y el misterio del número once; los hechos recientes que han canviado la historia reciente guardan relación, según se decía por entonces en los círculos de numerología y de desarrollo personal, ...; me refiero a los atentados del World Trade Center, en New York, también lo ocurrido aquí en España, y bueno, ciertos detalles que apenas anoté y que no quiero recordar, pues a todos nos duele mucho lo sucedido.
No voy a hecer una exposición exhaustiva sobre el número once, no vamos a hacer numerología; pero si pienso que no está de más dar algunos datos y reflexiones entorno a su simbología, sobretodo para no dejarnos llevar por fabulaciones; sólo un punto de rigor crítico.
Si partimos de la aceptación de que la presencia de los números en la existencia tiene un efecto sobre las cosas, cabrá preguntarnos sobre el efecto del once. Los números, en este contexto numerológico, para quienes no estén en familiaridad con esta disciplina, se consideran entes con una existencia propia y real, una presencia esencial de la que "las cifras", o sea, lo que escribimos y de lo que nos valemos como instrumento util, no es más que la faz visible, una parte tangible y mundana de una realidad más profunda y misteriosa, como un constituyente o fuerza de la Naturaleza.
Vistas así las cosas, el número once ha sido contemplado de diversas maneras en diversas culturas y tiempos distintos, llegando incluso a la contraposición, lo cual no es ni nuevo ni exclusivo, pues ocurre con muchísimos elementos simbólicos.
La tendencia occidental otorga una preferencia hacia los números impares como vibraciones de más fuerza y "deseabilidad", dada su indivisibilidad y, por tanto, excluyente relación con el número dos, considerado negativo en el sentido de representante por excelencia de la dualidad, la oposición, la comparación entre lo bueno y lo malo, lo excelente y lo mediocre, los ángeles y los demonios, ...
Sin alargarnos en el tema, ¿qué pasa con el once?; para empezar es un número impar, lo cual parece favorable en este sentido, pero, ocurre que se reduce rápidamente a un par, que es precisamente el dos; esto ocurre sumando sus dígitos directamente, procedimiento llamado también adición teosófica, muy común en numerología.
Por un lado tenemos la consideración de número impar, y por lo tanto activo y favorable, pero también se nos presenta una relación con el dos muy directa, íntima e inevitable, y los pares, recordemos, vienen a ser vibraciones pasivas y desfavorables. Esta combinación de características numerológicas hace del once este ente tan interesante y polémico.
Está claro que otros números también poseerán esta relación con el dos; tenemos por ejemplo el 22, el 33, y ...; como vemos pueden ser pares o impares, pero el once és el menor de ellos y su "reducción" numerológica al dos és directa, inmediata a la adición, lo que no ocurre con los siguientes. Es algo así como lo que le ocurre al dos: bien es cierto que cada número par puede representar la dualidad, pero el dos es el primero, el menor de todos ellos, el más cercano y mundano. En mi opinión estas discusiones guardan una estrecha relación con la finitud de la condición humana, con la escasa capacidad que tenemos para manejarnos con los números, y por esto hablamos siempre y nos valemos de los números pequeños, básicamente los que van del 0 al 10, y muy probablemente, como ya se ha dicho en muchos sitios, porque nos han sido dados 10 dedos en las manos.
La finitud es quizás lo que lleva a interesarnos por el once como aquello que intenta ir algo más allá, lo cual, según el prisma cultural con que se examine, es defendido o castigado. Así es como, y esto ya no es mi opinión, en Occidente se ha contemplado al 10 como una completitud equilibrada en el Universo, y al once como el exceso peligroso capaz de descontrolarse con facilidad (no deja de ser interesante en este sentido que el 10 sea número par). Tenemos a San Agustín, que afirmó que el once es el "Escudo de Armas del Pecado", y el estudioso Schneider habla de un "carácter infernal" del once, pues en el sentido de exceso y consecuente deterioro, nos lo relaciona lógicamente con la revelión angélica que según la tradición da lugar a la caída de una parte de los ángeles que niegan a Dios.
Ciertamente no parece agradable disponer de esta cifra en nuestra proximidad, pero no deja de ejercer cierta fascinación en el público. A mí siempre me ha despertado curiosidad cuál es la presencia real y tangible del once en el mundo, algo más allá de las anécdotas personales, cual aparece en la matrícula de un coche, en un documento identificativo, o donde sea. Me parece más interesante lo que aprendí en mis clases de numerología, y de lo que no oigo hablar, que es su presencia en los ámbitos de poder económico.
Cuando he explicado esto otras veces, trato de dar mi opinión-observación: pienso que "poder económico" no es necesariamente "acumulación de capital", sino la capacidad para obrar con él, que quizás pasa por la presencia de mucho dinero, claro, pero debe haber algo más para poder hablar de poder económico real. Podemos observar, de ser las cosas así, "enormes onces" en lugares importantes donde se reúne y mueve poder económico: véase el World Trade Center de New York, las columnas a puertas del Vaticano en Plaza de San Pedro, e incluso la Feria de Barcelona; en los lugares importantes se erigen columnas, ocurre desde la antigüedad, en puertas de templos e iglesias, palacios y monumentos; son lugares singulares donde se reúne poder, economía o ambas cosas. En muchas ocasiones la presencia de torres o columnas cumplirá con una función arquitectónica, pero en otras es del todo decorativa; todos hemos visto columnas a lados de entradas de lugares importantes que son puro y bello ornamento, a veces simplemente pintadas en la pared; no puede, pues, dejar de ser interesante.
Y para terminar estas simples reflexiones, hay que fijarse también que en otras culturas el once y/o su "hermano" simbólico, si se me permite decir, el dos, no siempre han sido considerados nefastos. En el Taoísmo, el Yin y el Yang representan la dualidad, un equilibrio dinámico donde los opuestos se "dan vida mútuamente", formando parte del orden natural de las cosas, lo cual difiere, con sus matices, y dicho por supuesto desde el máximo respeto para todos por un servidor, de la concepción occidental cristiana según la cual el mal no tiene existencia propia, siendo nada más que la ausencia de bien; debo decir que soy bastante afín a esta segunda manera de ver las cosas en el terreno práctico, aunque menos en el filosófico; como tod@s, tengo mucho que pensar y conciliar.
También quisiera mencionar la referencia que he encontrado según la cual, en el esoterismo africano, al once se lo relaciona con la fecundidad. Y aunque no estoy en nada autorizado porque no conozco esta simbología, me parece interesante mencionarla en relación a la "vibración perturbación" que se atribuye al once, una alteración (exceso) al orden establecido, alcanzado y representado por el diez. Interesante es que la ciencia conoce que las transiciones en los sistemas físicos se desencadenan por "perturbaciones", a veces muy pequeños excesos (o defectos) de alguna cantidad material o variable numérica, lo que se llama en ciencia "Fluctuación" o incluso perturbación. Es una conexión sutil pero quizás interesante.
Y también digamos que en el Tarot, con el que si estoy ámpliamente familiarizado, se produce una curiosidad: en el arcano número once, encontramos el arcano de La Justicia en el tarot Rider, mientras que en el Marsellés aparece La Fuerza. Este es uno de los cambios que introdujo White en la historia del Tarot cuando diseñó sus arcanos: permutó los arcanos de las posiciones 11 y 8, lo cual es muy interesante para mí, porque en numerología se considera la vibración ocho como una de las de mayor fuerza y además muy relacionada con la economía, la fortuna y el poder también. No podemos saber si el auge que estamos viviendo con el once guarda relación con estos hechos, pero las conexiones las podemos apreciar, ahí están. La Fuerza nos habla, entre muchas cosas (como todo los arcanos) del poder de la mente sobre la materia, del poder de la información, de la inteligencia manejando las cicunstancias, domando las dificultades, también de la persuasión; La Justicia nos habla de leyes, de reparto de bienes, de ejecución de lo escrito, de imparcialidad, de un poder particluar también. Ambos arcanos pienso que representan poderes específicos que se combinan a su manera con las vibraciones de las posiciones numéricas que ocupan; si White realizaó este cambio en el Tarot sus razones tendría.
No olvidemos también la presencia del dos y del once en la vida: tenemos dos ojos, dos manos, dos piernas (otro once?); razones para evitar a ultranza ciertas cifras me parecen supersticiones sin base razonable; el once no es mi número preferido, pero debo aceptar su presencia en el mundo. Lo dicho aquí hoy son reflexiones, por el día de hoy, que dentro de cien años volveremos a tener, soy más partidario de "ni temores ni pasiones", vivamos la singularidad sin complicaciones y con el deleite que nos permitamos, como cuando hay un eclipse o pasa un cometa. Saben dónde aprecio belleza y magnetismo en el número once?: personalmente, en su carácter de Número Primo, una faceta que esperaré a otro día para exponer en clave numerológica.
Artículo de Dan Varllej
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"Sobre el número Once y su simbolismo"
© 11-11-2011 Dan Varllej