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Sobre el Axis Mundi, las Velas y la Energética

Artículo de Dan Varllej / © 2009

Las velas son objetos físicos que en magia se emplean con la finalidad de trascender el plano físico, contactar y obrar más allá de este, para materializar resultados de esta relación otra vez en el plano físico.

Podemos comparar la vela con el símbolo del Axis Mundi, un símbolo considerado la imagen de la ascensión de la conciencia a la vez que el descenso de las energías ultraterrenas al plano físico.

Originalmente, se trata de una estructura vertical, como una columna, que mirando hacia el Cielo, se une simbólicamente con este plano, pasando por el Plano Humano terrestre, y penetrando la Tierra, no sólo para poder sostenerse físicamente, si no también simbolizando la unión con la tierra y los reinos intraterrestes, también llamados infernales.

Esta conexión de los tres mundos, realidades o planos, trata de aportar unión, comunicación, armonía entre ellos, de manera que esta comunión aporte fuerza a las invocaciones y rituales que a su alrededor se ejecutan. Esta estructura del Axis Mundi se encuentra muy evidentemente ejemplificada en los antiguos templos shintoistas de Japón, así como en otras culturas, en algunas de las cuales su ausencia señala la misma naturaleza simbólica de este concepto.

Visto desde otra óptica, tenemos también otras construcciones y esculturas que podemos relacionar con el Axis Mundi, de una manera u otra, pues parece existir un sustrato simbólico común a muchas culturas que han llevado a erigir estructuras que, con ricos significados iniciáticos, se erigen de manera que invitan a mirar al cielo, hablando de elevación y ascensión.

Ejemplo de ello son los Tótems de los indios americanos, las Estupas de la India y el Tíbet, los Menires de la Prehistoria o las cúpulas de numerosas basílicas. Todas estas estructuras monumentales participan de connotaciones de iluminación del ser humano, de cercanía con el reino superior del cielo. Nos hablan de la gracia de la ascensión, de manera más o menos explícita, e inevitablemente se encuentran ancladas en el suelo, que es la base de la que siempre parte el ser humano, la materia que extrae de la naturaleza y de la que se sirve para expresar este deseo e inclinación natural de ascender, de superar este mundo sensible y material.

La vela puede asimilar, por su constitución natural, la simbología del Axis Mundi, incluso en el ámbito doméstico; es un Elemento de Ofrenda que opera de manera vertical, como el Axis Mundi; la llama de la vela es también un elemento material (materia en estado plasma), que desprende luz y calor. El Fuego, la Luz y el calor son radiaciones y elementos físicos, ningún misterio para la ciencia moderna, más en el contexto que nos ocupa, la simbología histórica nos proporciona otros significados y connotaciones interesantes, esotéricos y exotéricos.

El Fuego es uno de los elementos de la naturaleza en el antiguo esquema esotérico y filosófico (Fuego, Aire, Agua y Tierra), La Luz no lo es como tal aunque se diferencia de éstos por su vibración de inmaterialidad, por su condición de gracia que aporta conocimiento e información. Consideramos que la luz nos instruye, nos aporta comprensión de las cosas, nos es dada como una gracia, pues es lo contrario de la oscuridad, que no es más que la ausencia de luz, aquello en lo cual nada aparece, como si no le fuera posible la manifestación; la oscuridad vendría a ser como el frío o el silencio, que son la ausencia de sus opuestos.

Podemos entender la ejecución de una velación en este sentido, pues cuando encendemos una vela para la realización de una petición, de un propósito, es la energía que se consume en su arder lo que aportamos, lo que ofrecemos para que se nos devuelva transformado en otra realidad. Así por ejemplo, como hay antiguos rituales en los que se hacen ofrendas de frutas y flores al mar, para que a cambio estos bienes se trasformen en una petición, una sanación o cierta situación pretendida, en nuestro caso esto se hace a través de la vela, con el fuego transformador, que no destructor de la vela, si no como elemento transmutador de esa cera en información que se eleva a través del Axis Mundi, hacia la entidad o deidad invocada, responsable del trabajo encomendado.

No debemos olvidar este significado, encender un ritual de vela es hacer una ofrenda, una ofrenda de energía, siempre limpia y sincera de emociones e intenciones, siempre con propósitos benefactores y nunca destructores ni perjudiciales para nadie. La Vela, anclada en la Tierra simbolizada por el lugar donde la colocamos, hace uso de los materiales que le ofrece ésta, que son la cera física y el cordón de mecha, elementos transportadores de la información (petición), que transformados y transmutados por el elemento fuego, se propagan en forma de Luz, luz que asciende esta petición a quien se encuentra en sintonía con ella, a la deidad o al ente a la que va dirigida.

Y todo esto ocurre porque todo es energía; la realidad que conocemos se compone de Materia, después Energía, que vendría a ser materia en una forma más sutil y diluida (transformable en materia), y después, como la ciencia está empezando a considerar, Información, una realidad más sutil todavía; y quien sabe si más allá de estos elementos existen realidades más sutiles y livianas aún, en otros planos, en otros mundos y universos.

Con estas consideraciones podemos comprender mejor, a nivel racional, como se trabaja con las velas: nuestra intención, que podemos plasmar en información, es información que pensamos y decimos, información que transmitimos a través de nuestras manos y queda impresa en nuestra vela; no sólo le transmitimos calor con las manos, si no la información deseada, recordemos que la información la elaboramos nosotros, quedando contenida en la materia (energéticamente hablando, o vibracionalmente hablando), siendo sublimada físicamente por el fuego y transmitida a través de la Luz, transportada y atendida.

Pensemos que Oración es cualquier pasaje que se nos revele sinceramente como tal, más es sabido que el conocimiento revelado a través de los siglos y las distintas culturas nos ha dejado gran variedad de oraciones, que son creaciones sonoras que invocan, lo cual significa llamar, conectar con lo superior. Reparemos en que no siempre ha sido igual en todas las culturas, pues todas emplean el canto, la palabra, la oración, para transmitir su información, pero no todas han empleado la imagen, por ejemplo, hay culturas aún en la actualidad que por claras y noblísimas razones, no representan divinidad alguna, otras no la nombran, e incluso las hay que practican el propósito de no pensarla.

No ocurre así con la Oración, sea cantada o recitada, sea interna y personal, o sea sincronizada en grupo como el Santo Rosario. Es así como se incluye la Oración como parte activa del trabajo de vela, pues todo es información, y la oración transmite información, simbólica e incluso velada, pero con propósitos activadores, invocadores, alteradores de la conciencia, reconfortantes, potenciadores de la intención aquí en el plano físico, favoreciendo la tranquilidad y la armonía. La oración en si puede considerarse un pequeño (o no tan pequeño) ritual, con un principio y un final, con un propósito elaborado por el ser humano o una puerta abierta por obra de lo superior para nosotr@s, una gracia para el camino terrenal.

Volviendo al Axis Mundi encontramos un paralelismo en la misma postura del ser humano, así como la de otros seres: la postura erecta y la información que asciende y desciende a lo largo de la columna vertebral, cerca de la cual se encuentran los siete chakras principales. Hay una analogía con el Axis Mundi, pues el chakra base nos relaciona con la Tierra y lo material y el chakra corona nos relaciona con lo superior; quizás el mismo cuerpo sea una expresión del Axis Mundi, que no seria más que una expresión natural de la Creación. Se dice que los Rosetones de las catedrales góticas, e incluso la misma estructura de estos magníficos edificios, en parte es tal para que la visión de las bellas formas y colores al entrar la luz del Sol al interior del templo, al alzar la vista, propicie no sólo la experiencia contemplativa del Arte Sagrado, si no la conexión con la información que desciende al plano físico para iluminación de los seres.

La conexión de la vela con el Axis Mundi es una conjetura filosófica sin ninguna pretensión adoctrinante, más nos aporta elementos de reflexión e investigación en el campo del pensamiento, así como una consideración holística del trabajo mágico con las velas, una bella práctica e incluso arte, antiquísimo y extendidísimo, tanto en ámbitos religiosos como profanos.

Artículo de Dan Varllej
Prohibida su copia
Todos los derechos reservados
"Sobre el Axis Mundi, las Velas y la Energética"
© 2009 Dan Varllej
© 2009 Natura i Ment Ediciones®
DL: B-35498-2009 (para la edición en papel)

Este artículo se escribió por encargo de Centro Formativo Wesen con motivo de un ciclo de talleres divulgativos dedicados al arte y tradición entorno a la petición ritual mediante las velas.

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